domingo, diciembre 10, 2017

British con reloj


Vivimos tiempos apasionantes, excepto en Ibiza donde nos seguimos peleando por los mismos temas de siempre, con el mismo enfoque y casi los mismos protagonistas.
Que se siga hablando del urbanismo de la playa den Bossa (y del resto de la isla) o de los horarios de las discotecas ya nos indica donde se generan los euros.
Al tema de los horarios no habría que darle más vueltas. Ponerse de acuerdo entre los dos grandes partidos y no tocarlo más, si funciona el acuerdo. No conozco ningún lugar del mundo, por caótico sea, que no se rija por unos horarios. Desde Einstein sabemos que el espacio y el tiempo están relacionados de una manera matemática. Tampoco entiendo que una restricción de horarios acabe con el turismo. Mucho menos que en una villa turística se cierren las terrazas a las once de la noche, cuando a las diez es de día y es precisamente cuando el aire refresca un poco. No sé.
Si las cosas transcurren como hasta ahora, el turismo inglés no se acabará, mas al contrario, es probable que aumente, porque el valor de la libra sigue aumentando. Está en máximos. Con las mismas libras de siempre podrán comprarse más gas de la risa, más cervezas y tirarse de los balcones con los bolsillos llenos.
Uno de los que más sabe de turismo y de urbanismo es Pepe Sala. Y tiene razón que si acabáramos (expresado en subjuntivo) con el turismo británico lo pagaríamos muy caro. Es cuantitativamente el más importante de San Antonio Abad, aunque cualitativamente es un desastre descamisado que ha ocasionado la pérdida de un turismo de mejor talante y presencia.
Hasta aquí sabemos que los locales de ocio se han adaptado al tipo de turismo joven y atrabiliario y no al revés. Tranquilos, pues: en los próximos meses se nos irán dando avances de la óptima venta en el Reino Unido y la invasión del narco-turismo volverá a llenar las calles del pueblo. Entonces ¿por qué invertir tantos millones para un embellecimiento del litoral? No tiene sentido.