sábado, junio 03, 2017

Gonella es Pep Zaforteza

El editor Moll recogió la polémica sin pedir permiso a nadie y la publicó. La portada es un paradigma de lo que nunca debe hacerse, un ejemplo de demagogia vulgar, al presentar a Gonella como un subnormal campesino desarrapado e inculto. Todo lo contrario, Pep Zaforteza es un señor cultísimo, por cierto de orígenes ibicencos: su abuelo Calbet fue alcalde de Palma y procedía de Ibiza.
Uno de los secretos mejor guardados de Baleares y uno de los misterios más evanescentes. ¿Quién era aquel enigmático Gonella, que resistió los embates de Borja Moll durante una sonada polémica lingüística en 1972 en las páginas valiente del Diario de Mallorca?
Silencio. La dictadura canónica del catalanismo ya empezaba a ser tan pesada y tan peligrosa como la del propio franquismo tardío. Nadie se atrevía en el diminuto universo de la prensa balear a disentir de los pompeu-fabrianos y mucho menos en la incipiente Universidad de Palma.
En las salas históricas del Estudio General Luliano tomé mis primeras clases en 1972, entre ellas la de catalán con el ciudadelano Francesc de B. Moll. Un catalán barcelonés, por supuesto el mallorquín, menorquín o el ibicenco-formenterés hubieran estado vistos como floklóricos localismos, más propios de desarrapados campesinos, parla de gente ignorante sin el aura refulgente del urbano barceloní.
Hubo quien se dio cuenta de esta deriva insultante para los autóctonos y peligrosa para el futuro de nuestro idioma balear. Lo hizo en un momento muy bullicioso, donde era evidente que terminaba la larga etapa de la dictadura grisácea y simultánemente estaba emergiendo una España modernizada y democrática.
Los catalanes, muy avispados, como siempre a la hora de hacerse con nuevas áreas de poder entraron a saco en Baleares.
Alguien se dio cuenta del peligro que corría el mallorquín o el musical ibicenco. Y escribió la primera carta en el diario, muy distinto al de hoy. Era un tal Pep Gonella, quien dijo con casi 50 años de antelación lo que ahora defendemos todos (casi). Era el abogado Pep Zaforteza, que gozaba de un sólido prestigio. Pedía el cultivo de nuestros modismos, refranes, vocabulario, expresiones. Y empezaron a machacarle.