sábado, febrero 11, 2017

El último regalo envenenado

Gentileza de EPPO gallery

Esta fea bacteria conocida por la Xylella fastidiosa es uno de los últimos regalos envenenados para Ibiza, una isla que ha recibido demasiados, no solo en tierra firme, sino bajo las aguas del mar. Basta recordar especies como las algas alóctonas, como la caulerpa taxifolia o la racemosa. Han llegado y se han aclimatado, lo cual no tiene nada de positivo.
Ignoro si la bacteria que liquida los árboles frutales ha llegado a Formentera, pero ya llegará. Existe ya en varios países europeos, como Francia y Alemania, pero fue en Italia donde se descubrió y donde ha creado un daño inmenso en los olivares y donde los agricultores se han empleado a fondo en los tribunales de justicia y contra las directivas de la Unión Europea, que pretende arrancarlo todo.
Pero el bicho no entiende de papeles. Cuando se instala, normalmente en plantas importadas por los viveros, toma el mando del árbol que la hospeda y los mosquitos y otros agentes infecciosos comienza su labor de esparcir el patógeno en otros frutales cercanos. En más de 300 especies distintas. No tiene manías ni es demasiado selectivo. Muestra una eficacia temible en los olivos, los cítricos y en los almendros, pero se puede hospedar en los sitios más inesperados. Al tiempo que ocluye los vasos por donde circula la savia, los mosquitos o artrópodos lo van esparciendo por los alrededores.
Ello explica la medida, muy contundente, de arrancar todos los árboles a cien metros a la redonda. En Baleares ya se han detectado y neutralizado algo más de dos mil. Uno de los primeros provenía de Cataluña, en concreto de Alcanar, Tarragona. La conselleria lleva un control y un registro precisos. O esto dice.
El hecho de exterminar los árboles según este radio y estas normas, probablemente dejaría toda Ibiza pelada sin un solo frutal. La imagen sería desoladora, aunque tengo mis dudas de que afecte a los pinares, que a su vez ya gozan de un contumaz enemigo personal entre las orugas de la procesionaria.
El asunto es muy preocupante. Nos queda confiar en la fortaleza natural de los árboles de Ibiza, que con cierto tiempo generen anticuerpos que los defiendan de la bacteria, pero ignoro si ello será así. Suspense.